La manera de la Virgen es hacer silencio y escuchar.
Ese es su estado, su vía, su paz y su vida.
Una vida en el silencio que adora la Palabra del Eterno. Al ver en sus ojos, en su seno, en sus brazos, esta misma palabra, la palabra sustancial del Padre, al quedarse calladita y en absoluto silencio, ella entra en un nuevo silencio que la transforma a la manera del Verbo Encarnado, su Hijo, su Dios, su único Amor.
Su vida transcurre así, de silencio en silencio, de silencio de adoración al silencio de transformación de fortaleza y amor.
Y asi ese silencio es entrega continua.
Obedeciendo en silencio...
Adorando en silencio...
Amando en silencio...
Sufriendo en silencio...
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