Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.
Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles. Los enemigos de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario; pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción.
Además, el recorrido espiritual del rosario nos va mostrando a Jesús, quien cargado del amor del Padre y en profunda oración, para que de El aprendamos aquellos afanes de la vida, aquellas peripecias de sus caminatas y la mano sanadora que hace que el enfermo se llene de fe y de esperanza. Ese rostro de Cristo, a través del Rosario, se va dibujando en el alma de quien lo rece para que ante ese dibujo divino se transforme en una persona nueva con capacidad de aceptar la pruebas de la vida.
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