Saturday, July 16, 2011

Acuérdate, oh piadosísima Virgen María ...

Medita detenidamente en cada parte del “Acordaos”, antigua oración que nos hace buscar la intercesión siempre amorosa de nuestra Madre del cielo.
Es muy antigua -más aún que San Bernardo, que la populariso-. Así comienza: "Acuérdate, oh piadosísima -oh, Virgen María..." -¿Que me acuerde, hijo? ¿Puede olvidarse una madre del hijo de sus entrañas? Pues mira, aunque alguna se olvidara, yo jamás me olvidaré de ti.
Sabe que somos niños en la vida espiritual, y los niños son olvidadizos. Sabe que nos conviene recordar que Ella no olvida y nos ama.

"-Oh, Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti-". Ella, no cesa de obrar milagros en las almas de sus hijos y atiende toda peticion.

"-Por eso, animado con esta confianza y esa fe esperanzada, a tí acudo Madre, sin perder un instante, como un niño a su madre, en el peligro, en la necesidad, en el miedo o en la angustia.
En tu misericordia no nos tratas como merecen nuestros pecados, negligencias u olvidos. Al contrario, cuando te invoca un pecador le atiendes con particular solicitud y gran amor!

Acudo a tí, seguro de que una madre atiende primero al hijo más necesitado. Con esta firme confianza a ti vengo. 
-Vengo del lodo a la más pura nitidez.
-Vengo de la miseria a la misericordia.
-Vengo de la fragilidad a la fortaleza.
-Vengo de la soberbia a la humildad.
-Vengo de la desgracia a la gracia.
-Vengo de la ignorancia a la Sabiduría.

"-Oh, Madre de Dios, no deseches (tires) mis humildes súplicas (peticiones)-". Tú que eres la Madre del Verbo, porque el Espíritu Santo te lleno de Gracia y el Verbo se hizo carne en tu seno Virginal. ¿Cómo no vas a comprender mis palabras, que vienen de la Palabra única, fruto del del Espíritu, de tu Hijo y Esposo? ¿Cómo no vas a escuchar mi verbo, Madre del Verbo?.
¡Acuérdate!, es un canto, que quisiera vibrar en todos los corazones de la tierra. ¡Que se acuerde de que jamás se ha oído decir y jamás se dirá que ninguno de los que a ti acuden haya sido abandonado! ¡Que todos nos acordemos de recordártelo y te presentemos sin cesar humildes nuestras súplicas!  
Rezamos los unos por los otros -sobre todo por quienes más lo necesiten- y es por eso Mediadora de todas las gracias, Consoladora de los afligidos, Refugio de los pecadores, Causa de nuestra alegría, Fortaleza en la batalla, Corazón que nos estrecha a todos con un lazo único.
Rezar por otros el "Acordaos" es decirte a ti, Madre Nuestra. ¿Cómo podrías resistirte a tu misma oración? De nuevo habrá milagro. El sarmiento se unirá de nuevo a la cepa, o mas, y a su tiempo brotarán racimos dorados, sabrosos, de vino para el altar y para la alegría de la vida cotidiana; vino que se transformará en la Sangre redentora de tu Hijo, y recorrera en nuestras almas para darles vida eterna! 

Acordaos, Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu asistencia y reclamando tu socorro, haya sido abandonado de ti. Animado con esta confianza, a ti también acudo, Oh Madre de bondad, Virgen de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu presencia soberana. No deseches (tires) mis humildes súplicas, Oh Madre del Verbo, antes bien, escúchalas favorablemente.
Amén.

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